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2013/02/12

'LA NECESIDAD DE LO SUPERFLUO'

López Rivera Arquitectes, Emiliano López Matas:

En las lecturas de los numerosos manuscritos de Sert -que me han ocupado mayormente estos dos últimos años- encontré una curiosa insistencia. Sert instaba reiteradamente en sus textos en la necesidad de lo superfluo.

Esta reiteración en lo superfluo, no solo me sorprendió a mí, sino que pude comprobar también el asombro que generaban estas afirmaciones, en textos de algunos de sus colaboradores y estudiantes.

El asombro se producía al escuchar esas palabras en boca de un arquitecto a priori pragmático y racionalista.

Como ejemplo de estas afirmaciones realizadas por Sert, permitidme leer un fragmento de uno de sus múltiples manuscritos:



“…la arquitectura moderna se debe basar en el funcionalismo, pero con un factor añadido. Afortunadamente, la forma no necesariamente ha de seguir a la función. Aunque no ha de estar en conflicto con ella. Hoy en día, ya reconocemos que en el hombre existe una eterna necesidad de lo superfluo, si llamamos superfluo, a todo aquello que no está relacionado con nuestras necesidades materiales. “…”Existe en nosotros un deleite por lo innecesario que se ve claramente en las pinturas primitivas de las cuevas que preceden cualquier edificio. Es necesario tener fe en una forma de vida mejor y más placentera y nuestro entorno físico debe expresar esta condición. Podemos ser testigos de un declive en la actitud materialista y seudo científica hacia la vida. El arquitecto como otros, trabaja para mejorar el entorno físico y debe hacer el mejor uso posible del progreso científico y tecnológico. Pero no debemos confundir los medios con el fin.”

Siguiendo las pistas de estos escritos, pude comprobar cómo los pensamientos de Sert estaban en gran parte influenciados por las lecturas de José Ortega y Gasset. Filosofo y ensayista al que Sert hace referencias directas en sus textos y encontré - en su ensayo sobre la “Meditación de la técnica”-, la explicación clara de la necesidad de lo superfluo en el ser humano. En el segundo capitulo del libro, con un amplio y sugerente titulo: “El estar y el bienestar, La ‘necesidad’ de la embriaguez, Lo superfluo como necesario” y “Relatividad de la técnica”; Ortega y Gasset define primeramente la técnica, aseverando lo siguiente:

“La técnica es lo contrario de la adaptación del sujeto al medio, puesto que es la adaptación del medio al sujeto…, un movimiento en dirección inversa a todos los biológicos.”

Ortega y Gasset observaba como esta tecnificación del entorno, (o como él lo define, la adaptación del medio al sujeto), había llegado a su punto máximo cuando pronunciaba estas palabras en 1939. Hoy podemos constatar que esta tecnificación ha seguido incrementándose hasta nuestros días con mayores o menores altibajos provocados por las sucesivas crisis financieras como la que vivimos actualmente.

La incesante tecnificación, nos ha llevado a las “telecasas” de hoy -que tan claramente definió Javier Echeverría hace ya casi veinte años- habitadas por esos “cosmopolitas domésticos” en que nos hemos convertido gracias a la revolución digital. Tal como desarrolla Echeverría, lo público ha llegado a los rincones más privados de nuestro hábitat, transformado completamente la esfera de lo público y lo privado.

Y esta tendencia a encomendarnos a la técnica para responder a nuevas demandas, hace que nos auto impongamos normas que más que ayudar, complican y entorpecen nuestra labor. El claro ejemplo es el denominado “Código Técnico de la Edificación”, conjunto de normas técnicas imperativas, que paradójicamente casi ningún arquitecto sabe de donde han salido ni quien las ha pensado.

Volviendo a Ortega y Gasset y para intentar clarificar mi exposición e incluso para dilucidar por que él insiste tanto en la técnica antes de definir la necesidad de lo superfluo, les leo otro fragmento de su obra.

Siguiendo el texto Ortega y Gasset expone:

“Y por si me olvidaba o no tengo tiempo de decirlo, aun cuando pertenece a otro capitulo, aprovecho el conexo para hacer observar a ustedes que la técnica, al aparecer por un lado como capacidad, en principio ilimitada, hace que el hombre puesto a vivir de fe en la técnica y sólo en ella, se le vacíe la vida. Porque ser técnico y solo técnico es poder serlo todo y consecuentemente no ser nada determinado. De puro llena de posibilidades, la técnica es mera forma hueca –como la lógica más formalista-, es incapaz de determinar el contenido de la vida. Por eso estos años en que vivimos los más intensamente técnicos que ha habido en la historia humana, son de los más vacíos.”

Años vacíos los de Ortega, al igual que los nuestros, y al igual que los innumerables apartamentos compartimentados siguiendo las directrices de un “Decret d’habitabilitat” y adaptados a un “Código Técnico de la Edificación”. Un conjunto de normas que obliga, entre otras cosas, a mantener líquidos y gases en constante movimiento de manera mecánica y sin la posibilidad de interacción del habitante. Apartamentos deshabitados y en manos de los bancos, que paradójicamente no dejan fluir el capital. Lugares que se configuran en base a imposiciones normativas de unos dispositivos técnicos de racionalización energética y que sumados a unas compartimentaciones higienistas, no garantizan el bienestar de sus ocupantes.

Hemos podido comprobar cómo esta tecnificación y burocratización de nuestros espacios domésticos, de ninguna manera ofrece a los ciudadanos un estado de bienestar, fantasía o incluso embriaguez emocional, que justifique hipotecarse de por vida para habitar esos lugares.

Y esa es precisamente, la que entendemos es nuestra tarea como arquitectos. La definición y concreción de lugares y espacios que propicien el bienestar, la fantasía e incluso la embriaguez.

Creemos que estos lugares nos toca proponerlos a nosotros, en tanto que arquitectos, y pensamos que esta redefinición constante, es lo que nos demanda principalmente la sociedad. Hemos de proponer y definir, pero sin caer en posturas autoritarias, aceptando que la idea de bienestar no es en absoluto una idea unívoca, al contrario, hay tantas maneras de entender el bienestar como individuos. Una pluralidad opuesta completamente a lo que inevitablemente plantea toda normativa.

Volviendo sobre Ortega y Gasset, vemos como para el hombre primitivo, la necesidad de satisfacer sus necesidades mínimas para no sucumbir, tienen igual relevancia que la necesidad de propiciarse ciertos estadios placenteros. Según expone Ortega y Gasset, los etnólogos no se ponen de acuerdo en si el hecho técnico del arco de caza y guerra es anterior al arco musical, lo que para él demuestra que la “necesidad humana” abarca tanto lo “objetivamente necesario” como lo “superfluo”.

Para Ortega y Gasset, la voluntad de satisfacer la necesidad de lo superfluo, es lo que lleva al ser humano a distanciarse del resto de animales y a convertirse en el único animal que, si solo puede satisfacer sus necesidades objetivas del vivir, prefiere sucumbir. Ortega y Gasset lo expone así:

“El hombre no tiene empeño alguno por estar en el mundo. En lo que tiene empeño es en estar bien. Sólo esto le parece necesario y todo lo demás es necesidad solo en la medida en que haga posible el bienestar. Por tanto para el hombre sólo es necesario lo objetivamente superfluo.”

Esta definición clara pero abierta de lo superfluo, que sin embargo expresa inequívocamente que no se trata de temas secundarios o superficiales, entendemos que es una buena sugerencia que invita a reflexionar sobre aquello superfluo pero objetivamente necesario que debería o podría cualificar y llenar nuestro hábitat contemporáneo.

Y para nosotros y en este momento, entendemos que la necesidad de lo superfluo se puede satisfacer en los siguientes espacios:

Lugares en los que el habitante sea consciente de los cambios de estación.

Lugares que posibilite y promuevan mediante una actitud activa del habitante el ajuste del bienestar en relación a las necesidades de confort en las distintas épocas del año y en las distintas horas del día. Pensamos que la interacción activa del habitante con los mecanismos de control puede reforzar y recuperar el aprendizaje y la comprensión de los mecanismos pasivos de protección y control de flujos, radiaciones y temperaturas.

Lugares compuesto por distintas estancias indeterminadas interiores y exteriores, de diversas medidas y proporciones, que puedan interactuar entre ellas complementándose, concatenándose y compensándose para que cada habitante pueda representar su forma de vida. Yuxtaposición de estancias, espacios, rincones, nichos, ventanas y puertas; precisamente definidos y diseñados. Distintos espacios que den cobijo a distintos estados de ánimo y a distintas relaciones entre las personas y entre las personas y el paisaje.

Y entendemos que la suma o adición de estos lugares se ha de realizar de tal manera que propicie tanto encuentros fortuitos como voluntarios, interiores y exteriores, públicos y privados. Encuentros que promuevan la configuración de lazos personales y el sentido de comunidad y pertenencia.

Un hábitat y un entorno que no se configuran con la simple aplicación de normas, más bien al contrario; y donde el arquitecto a nuestro entender sigue teniendo un papel fundamental como pensador y agente que insista en la necesidad de satisfacer esas necesidades superfluas o pequeños placeres de la vida, tal como los llamaban los Smithsons.






Y termino con una cita de Ortega y Gasset que encontramos muy a tono con los tiempos que estamos viviendo:

“Es penoso observar a lo largo de la historia la incapacidad de las sociedades humanas para reformarse. Triunfa en ellas o la terquedad conservadora o la irresponsabilidad y ligereza revolucionaria. Muy pocas veces se impone el sentido de la reforma a punto, que corrige la tradición sin desarticularla, poniendo al día los instrumentos y las instituciones.”


SC D050. “Architecture, fashions and the people”. 7 de Abril, 1959.

Ortega y Gasset, J., “Meditación de la técnica y otros ensayos sobre ciencia y filosofía”, “Meditación de la técnica. II- El estar y el bienestar. -La ‘necesidad’ de la embriaguez. -Lo superfluo como necesario. -Relatividad de la técnica”, Alianza editorial, Madrid, 2008, pág. 31.

Primera edición: Espasa-Calpe, Buenos aires 1939.

Echeverría, J., “Cosmopolitas domésticos”, Editorial Anagrama, Barcelona 1995.

Ibíd., “Meditación de la técnica. X- La técnica como artesanía. –La técnica del técnico.”, pág. 83.

Ibíd., “Meditación de la técnica. II- El estar y el bienestar. -La ‘necesidad’ de la embriaguez. -Lo superfluo como necesario. -Relatividad de la técnica”, pág. 34.

Smithson, A&P, “Changing the art of inhabitation.”, Small pleasures of life, Artemis London Ltd, 1994. pág. 112.

Ibíd., “Meditación de la técnica. Introducción. ¿Qué es la técnica?”, pág. 17.

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